Revista Centro Joven 25 de marzo 2014.
Adolfo Suárez, fallecido el domingo 23 de marzo a los
81 años tras una larga enfermedad neurodegenerativa, fue y será uno de los
mejores políticos que ha dado este país. Un hombre irrepetible, un ejemplo a
seguir, honrado y valiente. Un líder firme defensor de los valores del diálogo
y del consenso, tan importantes en la democracia. Un personaje que pasará a la
historia como el líder de la transición, el hombre que redirigió la historia de
España.
La importancia de la persona de Adolfo Suárez se basa
en que fue capaz de desmontar el régimen dictatorial tras la muerte de Franco
desde dentro del propio sistema franquista. Tras la dimisión del presidente del
gobierno Carlos Arias Navarro en 1976, el rey propuso, por recomendación del
presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, a Adolfo Suárez como
nuevo presidente. Para acabar con el régimen definitivamente e iniciar la
carrera hacia la democracia, Suárez se valió del apoyo de un amplio grupo de reformistas
en las Cortes, entre los que destacaron Torcuato
Fernández Miranda (que controlaba las Cortes) y el Teniente General Manuel
Gutiérrez Mellado (que estabilizó el ejército).
Pese la complicada situación, Suárez consiguió que las
Cortes franquistas aprobasen la Reforma Política, que reconocía y garantizaba
los derechos fundamentales y las libertades públicas, la soberanía nacional, el
sufragio; establecía las nuevas Cortes generales y legalizaba todos los
partidos políticos y sindicatos. Además se autorizaba la creación de una
Constitución. Tras todas las reformas, España volvió a ejercer el derecho al
voto el 15 de junio de 1977, el vencedor
de las elecciones fue UCD, partido de
Adolfo Suárez, quien se convirtió en el primer presidente de la actual
democracia. Tras las elecciones, se establecieron unas Cortes Constituyentes y
se procedió a la redacción de una nueva Constitución, que entró en vigor 1978 y
que convirtió España en un Estado social y democrático de Derecho.

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