Es el tópico literario con origen en Horacio, su uso es habitual en el renacimiento. En la literatura española, el máximo esponente de este tópico es la "Oda a la vida retirada" de Fray Luis de León. Posiblememte su sentido original se halla transformado hasta el significado del renacimiento: la armonía de la naturaleza y el campo frente al caos de los burgos (ciudades). Esta vision de la existencia se podría aplicar perfectamente a la realidad actual, la cual a veces nos produce un terrible desasosiego, casi hasta al hastío, ¿quien no desea evadirse de la realidad, aunque solo sea por un momento?
Un mundo profundamente egoista y desigual, movido por los intereses económicos, vivimos un proceso de deshumanización. Unos Estados poseedores de democracias de segunda, en las que nadie o casi nadie cumple lo que promete, en las que la magnifica división en 3 poderes del ilustrado Montesquieu de poco sirve, en las que los "problemas politicos se judicializan y los problemas judíricos de politizan", en las que la soberanía nacional se va reduciendo lentamente sin que practicamente nos demos cuenta, en las que eso de que gobierna la mayoría y se respetan a las minorías parece que no tiene mucha importancia (para que vamos a consensar nada pudiendo hacerlo unilateralmente); una prensa polarizada, que defiende casi ciegamente determinadas posturas; una sociedad cada vez menos libre que se ve afectada y arrastrada por ciertas masas, impulsadas por lobbies, los cuales se benefician (empresas discográficas que crean idolos adolescentes, empresas de electrónica que crean tendencia tecnológica, que basan su poder en la publicidad y la moda)
El mundo de las dos "castas" la política y la social, un mundo en el que simpre quedarán algunos (no tantos como pensamos) los díscolos, los antisistema,... la esperanza.
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
[...]
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
[...]
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
[...]
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
[...]
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
[...]
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
[...]
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