martes, 26 de noviembre de 2019

Revista Reserva: Torres

Las polémicas, ya sean sobre manifestaciones legales o contramanifestaciones anónimas o sobre otros tantos motivos, no envuelven las publicaciones en la página de Facebook de Javier Garrido Romanos, lo hacen su trabajo y su pensamiento. En ellas incluye siempre imágenes de sus pinturas y dibujos acompañadas por un texto, siendo lo escrito, en la mayoría de los casos, una pura continuación del lenguaje pictórico. Y es que sus palabras, líneas y manchas son consecuencia de su propia forma de pensar el mundo desde una creación artística que busca captar lo oculto y lo eterno, lo misterioso y lo inaprensible y, en última instancia, el aura, en el sentido de Walter Benjamin, la autenticidad de las realidades en su relación con el espacio y el tiempo, es decir, en su ligazón con la historia y en su inscripción en la estructura de la tradición, todo ello desde la experiencia del instante. Teniendo esa perspectiva vital, no es extraño que desde hace tiempo dedique sus publicaciones a reivindicar la imagen de una Calahorra que desaparece, que ya ha desaparecido o que ha sido transformada. Así, Garrido ha ido realizando una radiografía de esa Calahorra que ya no es, mostrando a través de su obra los espacios que han sido ocupados, los paisajes que han sido alterados y las construcciones que han sido deconstruidas. 

Este mes las fábricas y sus chimeneas, la de Francisco Moreno (aún en pie) y la hexagonal (de las pocas, si no la única, que existía en La Rioja) de Barriobero (derribada), eran las protagonistas de dos de los cuadros compartidos por Garrido. La “torre” de la fábrica de conservas Barriobero fue derribada (previa retirada de un nido de una pareja de cigüeñas que llevaba más de una década asentada allí) junto con la chimenea de la Cerámica La Estaca en febrero del año 2000, la primera debido a la construcción del ARCCA y la segunda por un requerimiento de Demarcación de Carreteras y su mal estado de conservación por la caída de un rayo.  “Vivimos en una era en la cual la antigua obra civil no importa un ‘carajo’, lo mismo se derriban históricas fábricas (Alcoholera de Haro), que chimeneas, que puentes, que edificios con raigambre (Comandancia de Logroño)”, se lamentaba en el Eco Jesús María García en un artículo titulado “Calahorra, antigua ciudad a la escombrera”. “Tenemos un Ayuntamiento, más preocupado en dar una imagen de dinamismo y renovación que en conservar nuestras señas de identidad como pueblo, nuestra cultura y nuestro patrimonio, más o menos estético, pero al fin y al cabo, ¡Nuestro!”, reprochaba García al gobierno de Pagola.

Pues bien, en noviembre del año pasado, otra insigne torre calagurritana poblada por cigüeñas era asediada por la polémica. El Cuartel de la Guardia Civil era el centro de la opinión pública debido al proyecto del Ayuntamiento de derribarlo para construir, en principio, un parquin. Hoy en día, el plan parece, afortunadamente, paralizado y un nuevo gobierno tiene la oportunidad, de demostrar interés por la antigua obra civil y por conservar y repensar el cuartel, pudiendo idear una solución creativa, eficiente y alternativa a su demolición. 


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