A propósito del curioso discurso que dio el otro día Fernando Trueba en la entrega del Premio Nacional de Cinematografía en el que afirmaba que no se había sentido español ni cinco minutos de su vida, he decidido escribir esta entrada sobre el “ser de España”, algo que siempre provoca discusión. No voy a introducir el asunto porque así voy al grano, si clicáis sobre el entrecomillado os re-direccionará a un artículo de Wikipedia que está muy completo.
Este es un tema sin fin, que persiste en la actualidad desde el siglo XIX. El debate del “ser de España” trata sobre el proceso de la construcción de la identidad nacional española, la búsqueda de las esencias de lo español y si verdaderamente es algo problemático. El asunto ha generado un famoso concepto: el de las “dos Españas”, que aunque su creación se le otorga a Antonio Machado (por lo de “el españolito”), en realidad es de Larra (Día de Difuntos de 1836. Fígaro en el cementerio. Atención al año). Al haber dos Españas, se entiende que hay también dos identidades nacionales diferentes y por lo tanto un conflicto entre ambas por el dominio, ya que cada España busca su esencia: eso que le hace ser lo que es, y le diferencia de la otra. Así, el concepto pretende dar solución a la cuestión, afirmando que las “dos Españas” y su enfrentamiento son el origen de todos los problemas del país.