El pasado jueves los británicos votaron en referéndum la permanencia o la salida de su país de la Unión Europea. La salida ganó por casi un millón de votos. Si se mira el porcentaje, la victoria del brexit parece mínima (51,9% vs. 48,1%). Así, la aparente inofensiva promesa electoral del premier David Cameron para contentar a parte de su electorado, acabar con las luchas internas de los tories y atraer a parte de los votantes del partido neo-fascista UKIP, se transformaba en una guerra política que ha dividido a la sociedad británica en dos bloques. Guerra política en la que el bloque del brexit liderado por Nigel Farage (UKIP) y Boris Johnson (Conservador) y formado por la UKIP, parte del partido conservador y también algunos miembros del laborista que realizó una campaña pasional y apasionada se impuso al bloque del bremain liderado principalmente por el primer ministro David Cameron (Conservador) y formado principalmente por los laboristas y los liberales con el apoyo de Obama y los países de la UE que realizó una campaña un tanto apática.
Así, lo que en principio se presentó como un inofensivo referéndum en el que la permanencia en la Unión estaba asegurada se transformó en un grave problema europeo y británico con la victoria de la salida.