martes, 17 de mayo de 2016

Ahora es siempre

La primavera hace brotar memorias y deseos que nos hacen recordar el tiempo pasado con la melancolía del otoño. A Alberto y a Pablo les ha sorprendido el mes de mayo tras estar cobijados durante todo el invierno meditando y probablemente tomándose algún que otro café juntos mientras conversaban. 

En uno de esos ratos seguro que uno u otro recordó aquel tiempo en el que los ciudadanos eran más libres y cuando por la capital no paseaba el Archiduque. Seguro que se preguntaron por sus raíces. Aquí los subyugados son los que antes gobernaban, dijo él. Aquí está la Justicia que perdió la venda, continuó. Aquí la balanza está desequilibrada y la espada sobre nuestras cabezas. No me gusta la Rojigualda, dijo el otro. Somos leones, libertos que deben volver al gorro frigio. Veo muchedumbres vagando en círculo, les hace falta un faro. No tienen luz, cuando la tengan irán en línea recta, todo recto, al frente, siempre al frente, progresando, haciendo camino al andar. Unidos podemos darles la luz que unos son incapaces de dar y que otros, directamente, no quieren ni dar.

En el cuarto de estar entró de repente la luz del sol. En silencio había pasado noviembre y volando diciembre, sin quererlo también enero (como cayendo por una cuesta), muy rápido febrero, marzo surcando el viento y abril lloviendo. Era mayo. Había pasado el tiempo pero Pablo y Alberto seguían en las mismas sillas de maderas pensando qué hacer, tenían las ideas ya desempolvadas, les faltaba sacarlas del alma y ponerlas en acción. Las ideas no brillan porque están siempre ocultas en los apartados rincones de la mente donde no absorben ninguna luz. Las acciones, por el contrario, resplandecen e irradian energía, modifican, cambian, transforman la naturaleza. Uno se asomó a la ventana: la muchedumbre sigue vagando en círculo, sigue sin haber faro. Aunque el sol es fulgurante, no tienen luz. El otro contestó: Unidos podemos darles la luz que unos son incapaces de dar (unos que, por cierto, se pegan entre ellos) y que otros, directamente, no quieren ni dar. Pues hagamos algo, respondió su compañero ¿Qué haremos mañana? ¿Qué haremos siempre? Porque todo tiempo es eternamente presente y siempre es ahora y mañana es hoy y ayer. Luchemos como siempre, por la única lucha, la lucha por recuperar lo perdido y encontrado y perdido una y otra vez. Comencemos de nuevo como terminamos porque lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin y terminar es comenzar. El final es desde donde empezamos. Así que volvamos al comienzo o al final, a cuando los ciudadanos eran más libres y cuando por la capital no paseaba el Archiduque, cuando éramos un frente popular que venció y derrumbó un régimen putrefacto. La Historia es ahora.

Y desde el aquí y el ahora conquistemos y reconciliemos el pasado y el futuro.