viernes, 20 de septiembre de 2024

Revista Reserva: 22 años después


Para Calahorra, tener un puente para cruzar el Cidacos ha sido siempre una necesidad vital, tanto para las comunicaciones como para el desarrollo de la agricultura. A lo largo de la historia, como expone Ana Jesús Mateos en “Los puentes de la ciudad de Calahorra” (Kalakorikos, 3. 1998), la forma de construirlos y la ubicación de los puentes fue variando. El primero (del que hay constancia) fue el puente romano de piedra que cruzaba el río desde el Convento del Carmen hasta el arco de San Miguel y que, siendo reparado periódicamente, se desplomó por las riadas en septiembre de 1845 debido a la mala calidad de los materiales; de él aún se conservan machones y, recientemente, se han descubierto nuevos restos que el Ayuntamiento debe velar por consolidar y proteger. El segundo puente fue construido en madera junto a la Catedral en 1835 como parte de la Carretera de La Rioja, éste fue igualmente derrumbado por las riadas de septiembre de 1845. El tercero, edificado en madera al sistema americano, fue el puente de la Princesa que se bendijo en 1853 y que, tras múltiples reparaciones, fue derribado en 1861. El cuarto fue el Puente de Hierro, concluido en 1870. El de Hierro era un puente prototípico debido a su novedosa estructura (de los inicios de la arquitectura del hierro), a ser uno de los primeros puentes en ser diseñado por un ingeniero español, José Echeverría y a su temprana construcción (el primero y más antiguo de La Rioja). Era, en fin, un puente único y singular.

Aquel puente de hierro fue desmantelado el 21 de septiembre de 1999, hace 22 años, por orden del Gobierno de La Rioja, presidido por Pedro Sanz y con Aránzazu Vallejo como consejera de obras públicas, y con el asentimiento del Gobierno del Ayuntamiento de Calahorra, con Javier Pagola de alcalde y Luis Martínez-Portillo de concejal de urbanismo. Los nombres de todos estos (ir)responsables quedarán escritos en el libro negro de la historia de la ciudad. Aquella destrucción innecesaria y evitable fue una indignante demostración de poder y una declaración de intenciones de las mayorías absolutas del PP en la comunidad y en el ayuntamiento. Fue innecesaria porque durante más de 120 años el puente había cumplido su función, siendo al menos hasta los años 70 el de más tráfico rodado de la provincia de Logroño, y porque carecía de cualquier problema estructural. Y fue evitable porque si se deseaba permitir el tráfico simultáneo de vehículos, se podría haber construido otro puente.

Como en una realidad paralela, el 16 de septiembre del 2009 se reinauguraba el Puente de Hierro de Logroño tras ser restaurado, invirtiéndose en él 2 millones de euros. Asimismo, el mes pasado se volvía a anunciar una inversión de centenares de miles de euros en el puente logroñés por parte del Ayuntamiento y del Gobierno de la Rioja. “Nada nuevo bajo el sol”, en 1925, al hilo de la insurrección del verano de 1892 provocada por los rumores de la traslación de la Silla Episcopal de Calahorra a Logroño, el Padre Lucas en “Historia de Calahorra y sus Glorias” escribía el siguiente párrafo:

… dominadas las alturas por el enemigo, dirigía éste sus certeros proyectiles contra una ciudad que […] se cubría con su única vestidura en el valle de la humildad. Cuando Calahorra, a la par que contemplaba sin pasiones, la profusión con que el tesoro español ha decorado y enriquecido en su interior y en sus afueras a la ciudad de Logroño, ella mendigaba como sigue mendigando, unos míseros tablones con los cuales repara, y con retraso, su puente del Cidacos. Cuando se la quiso desnudar de su único y precioso manto…, entonces, se sintió tan fría, que comprendió debía reaccionar con un movimiento extraordinario, con agitación briosa; y, en aquel día, solamente los enfermos agónicos permanecieron en el lecho del dolor. ¡Qué triste espectáculo es el ver desnudar a un pobre para vestir a otro ser bien acomodado y rico! (Libro I, p. 335).

Es lamentablemente curioso como en 1999 ya no se exigían tablones para reparar el puente centenario, sino que éste no fuera derribado. Muchos calagurritanos, a título individual y organizados en asociaciones (Amigos de la Historia, Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, Peregrinos del Señor Santiago, Ecologistas en Acción y Asociación para el Desarrollo Turístico “Calagurris”), “reaccionaron con un movimiento extraordinario” y mediante publicaciones en prensa, recogidas de firmas, concentraciones, manifestaciones e, incluso, mediante la paralización de las obras intentaron proteger el “único y precioso manto” que cubre Calahorra, “sus tan preciosas joyas” que la Historia le ha dado. Que esta tribuna sirva para recordar su resistencia y para rememorar aquel atentado contra el patrimonio de Calahorra en su vigésimo segundo aniversario; por todos aquellos que defienden su historia y su patrimonio de los ataques de sus enemigos.